EL HILO PERDIDO

Aquilina


Con la afilada y bella Tres veces luz Juan Mattio consigue -sin golpes bajos ni regodeos morbosos- la exposición lisa y llana de la pesadilla del encierro, el miedo y la lucha privada y desafiante contra la degradación y la inhumanidad.


La odisea de Chucke y Patrice en el vientre comercial del moderno Leviatán es mucho más que el carozo de una novela negra, sucia y húmeda. Mattio construye, a través de una ficción que no se pretende especular ni testimonial-periodística sino que se permite "la dinámica de la visión y del sueño", una espantosa alegoría. Sin un solo alegato ni bajada de línea, con las historias de vida y muerte de un chico de la calle, de un militante revolucionario y de una abogada interesada en hacer bien su trabajo, quedan de manifiesto las condiciones en que sobrevive a duras penas la humanidad en el contexto de un sistema atroz y criminal.


Que el barco carguero se llame Propp; que Grimm sea el nombre de un personaje oscuro y clave, que Freud pueble de referencias el discurso interior/exterior de la abogada y que Patrice, en la helada oscuridad, le cuente al pequeño Chucke la homérica Odisea -sin olvidarse de Telémaco- como quien da luz y abrigo contra el abandono a la desesperación, son algunos de los datos que ilustran el universo de múltiples referencias de una novela que hace del acto de contar una práctica compleja, consciente y liberadora.


Novela negra que va mucho más allá del género, Tres veces luz constituye una maravillosa, terrible sorpresa narrativa que no se lee sin oscuro temblor.


Juan Sasturain

Tres veces luz, Juan Mattio

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Aquilina


Con la afilada y bella Tres veces luz Juan Mattio consigue -sin golpes bajos ni regodeos morbosos- la exposición lisa y llana de la pesadilla del encierro, el miedo y la lucha privada y desafiante contra la degradación y la inhumanidad.


La odisea de Chucke y Patrice en el vientre comercial del moderno Leviatán es mucho más que el carozo de una novela negra, sucia y húmeda. Mattio construye, a través de una ficción que no se pretende especular ni testimonial-periodística sino que se permite "la dinámica de la visión y del sueño", una espantosa alegoría. Sin un solo alegato ni bajada de línea, con las historias de vida y muerte de un chico de la calle, de un militante revolucionario y de una abogada interesada en hacer bien su trabajo, quedan de manifiesto las condiciones en que sobrevive a duras penas la humanidad en el contexto de un sistema atroz y criminal.


Que el barco carguero se llame Propp; que Grimm sea el nombre de un personaje oscuro y clave, que Freud pueble de referencias el discurso interior/exterior de la abogada y que Patrice, en la helada oscuridad, le cuente al pequeño Chucke la homérica Odisea -sin olvidarse de Telémaco- como quien da luz y abrigo contra el abandono a la desesperación, son algunos de los datos que ilustran el universo de múltiples referencias de una novela que hace del acto de contar una práctica compleja, consciente y liberadora.


Novela negra que va mucho más allá del género, Tres veces luz constituye una maravillosa, terrible sorpresa narrativa que no se lee sin oscuro temblor.


Juan Sasturain

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