Almadía
La tragedia es ridícula porque se encuentra siempre vigilante y al acecho al pie de nuestra puerta, y cuando aparece y nos hace trastabillar, cuando nos hacemos más conscientes de nuestra mortalidad, y luego no nos quedamos más que la risa, el escarnio, la burla ante el espejo. El azar ha sido el lazo que une la relación de Ulises, Adolfo, Olivia, Cristina y el Alfil, ¿los personajes de Te veré en el desayuno? Todos ellos se encuentran en el centro de una ciudad que les sirve de vientre hostil, de madriguera, de geografía que habitar. Sus sueños o aspiraciones se rompen absurdos porque son reales y tienen consecuencias. Ellos mismos son la causa y el efecto marchito, ocupan las más diferentes piezas del tablero humano, se sufren y se aman, pero su amor es una necesidad, una invención desesperada. Hoy, a años de distancia, mi mirada no ha ha y modificado al releer la novela encuentro que su gravedad continúa afectándome, me atosiga y libera, me hace sentir parte de una familia que se extiende hasta el punto final de mi universo literario: lastre y victoria de la tragedia. Guillermo Fadanelli
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Almadía
La tragedia es ridícula porque se encuentra siempre vigilante y al acecho al pie de nuestra puerta, y cuando aparece y nos hace trastabillar, cuando nos hacemos más conscientes de nuestra mortalidad, y luego no nos quedamos más que la risa, el escarnio, la burla ante el espejo. El azar ha sido el lazo que une la relación de Ulises, Adolfo, Olivia, Cristina y el Alfil, ¿los personajes de Te veré en el desayuno? Todos ellos se encuentran en el centro de una ciudad que les sirve de vientre hostil, de madriguera, de geografía que habitar. Sus sueños o aspiraciones se rompen absurdos porque son reales y tienen consecuencias. Ellos mismos son la causa y el efecto marchito, ocupan las más diferentes piezas del tablero humano, se sufren y se aman, pero su amor es una necesidad, una invención desesperada. Hoy, a años de distancia, mi mirada no ha ha y modificado al releer la novela encuentro que su gravedad continúa afectándome, me atosiga y libera, me hace sentir parte de una familia que se extiende hasta el punto final de mi universo literario: lastre y victoria de la tragedia. Guillermo Fadanelli