EL HILO PERDIDO

El cuenco de plata


Las historias de Felisberto son las más extrañas que se puedan concebir, por eso, como dijeron de él, “no se parece a ninguno”. Escribió libros sobre recuerdos de infancia que se abren a otros recuerdos y a otros y a otros como un conjunto de cajas chinas; cuentos extraños de hombres cuyos ojos comienzan a dar una luz verdosa y pueden mirar en la oscuridad o de balcones que son celosos como amantes; historias de un hombre que llora sin motivo lágrimas de cocodrilo, o de una dama enorme que hizo inundar su casa y la recorre en bote mientras relata sin cesar su vida. Escribió fragmentos, relatos que retornan, ocurrencias, fábulas absurdas y trató de saber qué era un cuerpo, qué era un yo, quiénes eran esos dobles que parecen espejos vivientes y errantes en un mundo de claroscuros donde el silencio tiene el espesor de un desierto nocturno, con el lenguaje tentativo de los niños que inventan una lengua secreta. 

Narrativa completa, Felisberto Hernández

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El cuenco de plata


Las historias de Felisberto son las más extrañas que se puedan concebir, por eso, como dijeron de él, “no se parece a ninguno”. Escribió libros sobre recuerdos de infancia que se abren a otros recuerdos y a otros y a otros como un conjunto de cajas chinas; cuentos extraños de hombres cuyos ojos comienzan a dar una luz verdosa y pueden mirar en la oscuridad o de balcones que son celosos como amantes; historias de un hombre que llora sin motivo lágrimas de cocodrilo, o de una dama enorme que hizo inundar su casa y la recorre en bote mientras relata sin cesar su vida. Escribió fragmentos, relatos que retornan, ocurrencias, fábulas absurdas y trató de saber qué era un cuerpo, qué era un yo, quiénes eran esos dobles que parecen espejos vivientes y errantes en un mundo de claroscuros donde el silencio tiene el espesor de un desierto nocturno, con el lenguaje tentativo de los niños que inventan una lengua secreta. 

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